Por causa del aumento en las muertes por culpa del covid 19 los cementerios de Colombia y en particular de Cundinamarca ven como sus bóvedas se van agotando. Es el caso del cementerio Nuestra Señora de Belén, en Fusagasugá, el cual solo cuenta con cuatro cupos disponibles. Por idéntica situación pasa el cementerio municipal de Cáqueza, en el que apenas quedan tres bóvedas antes de colapsar.
Según datos del Instituto Nacional de Salud (INS), desde que inició la pandemia han muerto por causa del coronavirus 168 personas. En Fusagasugá no se están cumpliendo los protocolos de bioseguridad que ordenan que los muertos por esta enfermedad deben ser cremados sin excepción. Infortunadamente, un problema administrativo sobre uso de suelos mantiene apagado el único horno crematorio del municipio.
El lío lo conoce de cerca el sacerdote Víctor Hugo Sanabria, administrador del cementerio, quien cuenta que todo se debió a una mala gestión en 2009 al comprar el horno crematorio sin haber definido el uso del suelo en el que se ubica el cementerio. Como el Plan de Ordenamiento Territorial de 2007 fue demandado y suspendido, el que está en vigencia es el de 2001, el cual no contempla en esa zona al cementerio, por lo que no se autoriza la operación del horno hasta tanto no se aclare esa situación.
La entidad que no concede el permiso es la Corporación Autónoma Regional de Cundinamarca (CAR), la cual aduce que las emisiones del horno crematorio contaminan el medio ambiente de la ciudad. No obstante, la CAR ya está reexaminando su posición y en los próximos días ofreció dar nuevas luces sobre este asunto.
La opción más a la mano que tiene la administración local es la de tumbar el pabellón de osarios, donde hay 250 espacios vacíos, con el fin de poder construir otro pabellón con capacidad para 50 bóvedas. Pero esta solución tendría que esperar 30 días mientras se hacen los arreglos locativos del caso. La edificación de los osarios costó 30 millones de pesos.
A punto de llenarse
La situación en Cáqueza es muy similar. El alcalde de este municipio cundinamarqués, Jame Hernando Carrillo, afirmó que la capacidad del camposanto está a punto de agotarse, por lo que está en conversaciones con el párroco encargado para adelantar la construcción de 40 bóvedas más para poder paliar la crítica situación que se avecina.

Carrillo agregó que debido a la falta de recursos sería necesario que la ciudadanía del municipio y el departamento le entreguen recursos a la administración municipal para poder comprar los materiales necesarios y contratar la mano de obra que realice las adecuaciones en el cementerio. Aclaró que pueden ser donaciones en especie, tanto de materiales como de herramientas para iniciar la construcción de las bóvedas.
Como última medida se tiene pensado hablar con los familiares de los difuntos que reposan en sus sitios desde hace cinco años o más. “Estaremos conversando con los familiares de los fallecidos que tienen varios años aquí para que nos autoricen la exhumación de su ser querido”, concluyó el mandatario.