El pasado domingo 18 de abril, sobre las 6:30 de la tarde, Juan Sebastián Martínez Hernández, un joven habitante del municipio de El Rosal, de 19 años, decidió salir a visitar a una amiga del pueblo que acababa de llegar de Medellín. Cuando llegó a la casa de su conocida, mientras esperaba sentado en el andén a que ella saliera, lo abordaron dos individuos en una motocicleta. Sin mediar palabra, le dispararon en el lado izquierdo de su cabeza, tomaron el celular y huyeron del lugar del crimen.
Érika Tatiana Sánchez Hernández, hermana del joven asesinado, dice que “El Rosal era un municipio muy tranquilo, donde se podía caminar sin temor a que le hicieran algo a uno. Pero las cosas han cambiado mucho en los últimos meses”.
Al escuchar el disparo los vecinos del lugar reaccionaron y llamaron a la policía, la cual llegó a los cinco minutos. A Juan Sebastián lo llevaron al centro de salud del pueblo, pero allí no tenían los elementos necesarios para atenderlo, por lo que lo remitieron al hospital San Rafael, en Facatativá. Lastimosamente demoraron mucho en atenderlo, a pesar de que había llegado con signos vitales.

En el hospital, luego de varias horas intubaron al joven herido y lo ingresaron a cirugía, pero ya era tarde. La bala le había destrozado varias arterias del cerebro, tejido cerebral, por lo que después de unos minutos se le declaró muerte cerebral. A pesar de ello, la familia no perdió las esperanzas y solicitó a los cirujanos que hicieran lo posible por salvarlo. Pero todo terminó el lunes 26 de abril cuando los médicos llamaron a la familia para informarle que su pariente, Juan Sebastián Martínez, acababa de morir.
Sebastián Martínez Hernández era un chico estudioso y soñador. Había terminado su educación básica secundaria en 2019. Actualmente estudiaba en el Servicio Nacional de Aprendizaje (SENA) donde tomaba un curso de actualización empresarial. Esperaba terminarlo pronto y reunir el dinero para ponerse a estudiar la carrera de sus sueños: Ingeniería Industrial.
Hoy el pueblo se encuentra entre el miedo y la incertidumbre, pues ya no se sienten seguros y no ven que las autoridades tomen cartas en el asunto. La investigación no ha avanzado hasta ahora y no se tiene indicios de quiénes puedan ser los responsables de este homicidio. Lo más que se ha hecho por la familia es acompañarlos en su dolor. El alcalde, Gustavo Alberto Campos, les ofreció a los deudos el coliseo del pueblo para la velación de Sebastián y un pequeño aporte económico para lo que se necesite.
“El pueblo se está dañando”
Lo que pasa en el municipio de El Rosal es lo mismo que viene sucediendo en otras poblaciones de Cundinamarca. Están llegando personas desconocidas a la población, algunas con acentos extraños a la región y al propio país. A otros ni se les escucha la voz, pero desde que arribaron al casco urbano la inseguridad se ha venido tomando las calles de El Rosal. Madrid, Funza, Facatativá y otras poblaciones cercanas reportan sucesos y casos similares.
La familia de Sebastián le pidió al gobernador Nicolás García que haga algo por solucionar este problema y que los ayude para que la investigación avance y no se quede eternamente engavetada en un archivador de algún juzgado. “Ojalá el Gobernador miré para acá, se conduela y nos ayude a que este crimen no vaya a quedar sin castigo. Mi hijo necesita justicia”, clama Sandra Hernández, la madre de Juan Sebastián.
Algunos residentes de este municipio indicaron que hay un sector llamado La Alejandría en el que parecen estar llegando personas ajenas al pueblo. “Antes se podía salir por las calles de El Rosal tranquilamente, pero desde la llegada de gente foránea su lugar de residencia es La Alejandría y allí parecen guardarse cuando los persiguen por algún robo o atraco”, cuenta Alcides Gómez, habitante del pueblo.
Ahora queda esperar que las autoridades competentes cumplan con su función de investigar para que den con el paradero de los autores de la muerte de Juan Sebastián Martínez.