La mañana del Sábado santo en Cajicá es diferente a la del resto de los municipios de Cundinamarca. El público que asistió al Viacrucis infantil es distinto al que acude a la de los adultos. Los católicos le dicen adiós a su conmemoración religiosa, para darle la bienvenida a un periodo de Pascua. Los niños cajiqueños ponen la nota más alta para el penúltimo día de la Semana Santa.
Este año se celebró la quinta edición de este evento. La pretensión es convertirlo en Patrimonio Cultural. El párroco pasionista, Miguel González, fue el creador de esta procesión, que se convirtió en la más importante de toda la comunidad. Con un mensaje de reconciliación para la Pascua, González ha declarado que la paz no se trata de un papel, sino del desarme del corazón; que la paz es perdón y reconciliación, asuntos fundamentales para promoverlos desde la infancia.
Con las calles del municipio rozando el lleno, tuvo lugar el paso de los infantes. Cada una de las estaciones se cumplió a cabalidad, con el rigor propio del mundo católico, empezando por «Jesús sentenciado a muerte», hasta «Jesús resucita».