Por: Leonardo Andrés Ballesteros.
En esta segunda entrega de este especial en podcast, es importante hablar sobre la ruralidad en Colombia, específicamente en Cundinamarca, basada en prácticas y saberes rurales de diversos actores en el territorio. Estos espacios, en su mayoría son gestionados por mujeres. Estos escenarios y sus ecosistemas naturales (bosques, faldas de montaña, lagos, riberas de ríos, etc.) también son estructuras agroambientales que amplían la diversidad ecológica y cultural de manera sostenible, cada vez con mayor conciencia de la importancia de cuidar los saberes campesinos.
Las empresas comunitarias que subsisten en la organización de la ruralidad en América Latina han visto en la riqueza patrimonial, ecológica y del medio ambiente una fuente esperanzadora de actividades productivas, con un bajo (por ahora) nivel de ingresos. Esta riqueza involucra experiencias orales de la tradición ancestral campesina y la promoción de los territorios, los cuales se han constituido en referentes, no solo de la tradición indígena de Cundinamarca, sino en bastión de nombres celebres como el de Jorge Eliécer Gaitán, en el ya olvidado pleito de tierras entre los municipios de Tenjo y Cota en el siglo XX. Esto es lo que nos cuenta el historiador tenjano Alfonso Zapata sobre ese curioso juicio.
Las nuevas ruralidades en Colombia, representan novedosas prácticas y actores que han permitido la visibilización de sectores de la población que el trabajo agrario no privilegió en la identidad campesina. Sin embargo, el trabajo en el campo ha ido mutando a otros tipos de labores. El campesino rural actual, es un sujeto con una fuerte presencia en el saber ecológico y la construcción cultural en el territorio.
Ahora encontramos un campesino rural capaz de comprender el mundo bajo esquemas temporales propios de lo natural, capaz de formar núcleos comunitarios de economía solidaria campesina y de integrar a la mujer a los circuitos de confianza. Ella es quien ha ayudado a determinar una importante agenda de afirmación de la vocación productiva y cultural de cada territorio en Cundinamarca. Alfonso Zapata relata lo que significa la agricultura y el campo para un pueblo de la Sabana.
Las nuevas ruralidades son claves para entender el papel de los actores en el ejercicio de transformación del campo en la sociedad contemporánea, no en términos estáticos, sino por el contrario, en múltiples interacciones que se están generando en el entorno campesino. En palabras de Hubert Grammont, “Ahora el campo no puede pensarse sectorialmente solo en función de la actividad agropecuaria y forestal, sino que debe tomar en cuenta las demás actividades de la población, tanto a nivel local, regional, nacional e internacional”.
Las voces campesinas en la sociedad moderna han copado diferentes espacios de la vida contemporánea, no solo por su importancia simbólica y material, sino porque éstas coadyuvaron a que las sociedades capitalistas pudieran desarrollar un equilibrio económicos sostenido, determinando la identidad local de cada municipio. Es el caso del río Chicú ,que significa en lengua muisca “Nuestro apoyo”, como nos lo cuenta Alfonso Zapata.